martes, 12 de octubre de 2010
Raúl Belinchón (y II)
La obsesión por el cuerpo lleva a mucha gente a querer ser otro. Esta historia me lleva hasta el campeonato de culturismo y fitness en Alicante.
Como es habitual, mi curiosidad me lleva hasta la trastienda, al backstage, para conocer un poco más como funciona este mundo. Cuerpos moldeados hasta la deformación, coloreados a rodillo para simular bronceado. Ejercicios de calentamiento, coreografías con poses a ritmo de Chayanne y mucha química.
Roma vista de la mano de un gladiador. Franco Mattione fue mi héroe romano, el gladiador que me enseño la ciudad de Roma durante mi primera semana de estancia con motivo de la beca que concede el Ministerio de Asuntos exteriores en la Academia de España.
En Roma siempre hay en torno al Coliseo gladiadores romanos que posan junto a turistas para hacerse la foto de recuerdo. Estos gladiadores son los oficiales, los que reciben por parte del ayuntamiento una dotación económica. Yo tuve la suerte de encontrarme a un gladiador pirata o no oficial que deambulaba por otros monumentos y contraté sus servicios. Mano a mano iniciamos las andanzas por los sitios más conocidos de Roma.
A pesar de llevar una espada hecha de cartón envuelta en papel de aluminio y un casco rematado con un cepillo de escoba, Franco Mattione es un personaje auténtico que parece haber salido de una película de Fellini. Unos de los trabajos que más me ha divertido hacer.
Sensación de Vivir no es una rubia despampanante patinando con su escote prominente por las playas de California, tampoco es un windsurfista cachas, ni un vigilante de la playa con sus gafas de último diseño. Sensación de Vivir es un viaje a pensión completa en un hotel o semihotel de una ciudad de la costa levantina, todo por un precio módico no superior a los 100€. Una historia sobre el ocio de la tercera edad en las ciudades de la costa levantina fuera de la temporada de verano. De Valencia a Barcelona, pasando por Benidorm, Torrevieja o la Manga del mar menor. Una mirada hacia el turismo, hacia lo que significa “estar de vacaciones”. Esta foto fue tomada en Benidorm durante una masterclass de gimnasia matutina en la playa de poniente.
En mis últimos proyectos fotográficos me he centrado en mostrar arquitecturas o espacios interiores vacíos que me sirvieran para hablar de las personas, pero sin mostrar físicamente al individuo. Es el caso de Patio de Butacas, trabajo que inicié en Madrid, en los antiguos teatros de la Gran Via, que luego se reconvirtieron en cines. La idea del proyecto es mostrar los espacios después de la función, o antes. Mostrar estos espacios desde el escenario al patio de butacas, de tal manera que el punto de interés o el foco de antención ya no es el escenario, donde suceden los espectáculos, sino los patios de butacas, el lugar que ocupa el espectador.
Este proyecto ha sido como un tour de varios años por distintas salas del mundo, como el que hacen los ballets, músicos o cantantes cuando van de gira, pero en mi caso fotografiando las salas vacías, desnudas. Lugares como la Royal Opera House o los teatros del West End de Londres, el Mariinski o el Ermitage en San Petersburgo, La Ópera Garnier y Ópera Bastille en París, hasta el teatro tradicional Noh en Tokio o el Palacio Euskalduna de Bilbao, el auditorio que aparece en la imagen.
Cuando visitas por primera vez Nueva York, lo primero que haces es mirar hacia arriba para ver los rascacielos, la ciudad es como un decorado en el que juegas a descubrir esos escenarios que anteriormente has visto en las películas.
A mí otra de las cosas que me gusta hacer cuando vuelvo a Nueva York es patear sus calles y avenidas de arriba abajo y observar a la gente. Chinatown, Harlem, Little Italy… parece que el mundo se concentra en la gran manzana y todo convive en la ciudad. Mi idea para el proyecto escenarios urbanos fue el de colocar una cámara fija en una calle céntrica de Nueva York y fotografiar a la gente de una manera aleatoria. Mostrar la calle como un escenario teatral, donde sus habitantes entran y salen de una forma espontánea. Imágenes de la calle que capten la relación o el distanciamiento entre las personas, resaltando sus gestos, movimientos y expresiones. Escenas urbanas mostradas con un alto grado de escenografía. El juego entre “realidad” y ficción. A veces los instantes reales y cotidianos que se suceden en la calle de forma improvisada son los más ficticios. Pasear, fumar, beber, hablar por el teléfono móvil, correr, escuchar música, comer, jugar u observar, son algunas de las acciones que realizamos cuando vamos por la calle. Pero también ir y venir, pensar e imaginar, mirar y observar al otro, desear. Instantes banales donde aleatoriamente uno se entrecruza con el otro. Miradas fugaces, momentos al azar que de una manera inconsciente se quedan impresos en la retina y quizá en la memoria.
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