jueves, 23 de septiembre de 2010
Jesús Pastor
Conocimos el trabajo de Jesús Pastor a través de Internet. Primero un reportaje, que nos llevó a otro y después a su web. Cuando nos pusimos en contacto con él para intercambiar unas palabras se mostró amable y decidido. Jesús responde a las preguntas de 800ISO desde Berlín, ciudad donde reside y escenario de sus futuros proyectos.
Eres licenciado en Bellas Artes en la especialidad de pintura ¿Hasta qué punto el pintor hace al fotógrafo?
Me eduqué visualmente a la vez que cogía el pincel y la cámara, lo que quiere decir que estas dos disciplinas artísticas han ido parejas en mi caso. Creo que no es si el pintor hace al fotógrafo o el fotógrafo hace al pintor, los dos se hacen recíprocamente e influyen en la necesidad de plasmar los sentimientos. La máquina o el pincel, todo vale.
¿Cómo decides los temas? ¿Hay algún aspecto de la realidad que te llame la atención especialmente?
Actúo por impulso, llevo una Leica que me acompaña a casi todos los sitios. Me fascina la gente, por eso continuamente hago retratos. Los temas que más me interesan son los que giran en torno a la muerte, religión, sexo y problemas psicológicos o enfermedades mentales, pero soy consciente de que a veces es muy complicado abordar estos temas y todavía más hacer algo que no esté demasiado explotado. A veces los temas surgen casi sin pensar, los viajes ayudan a descubrir/se uno mismo.
Cuando te enfrentas a un trabajo, ¿tienes desde el principio una idea clara de cómo lo vas a enfocar o esta decisión va tomando forma sobre la marcha?
Creo que hacerse un esquema es muy complicado, por lo menos en mi caso no lo hago, porque nunca sabes lo que te puedes encontrar. Me gusta explorar, observar detenidamente. Después disparar.
Hay un asunto que nos preocupa especialmente y es la relación con los modelos. ¿Hasta qué punto el papel del fotógrafo es decisivo para sacar el alma de los protagonistas?
Pregunta difícil que me han preguntado muchas veces. Supongo que la clave es saber como moverse entre la gente, algo que requiere tiempo de aprendizaje y muchas fotografías. Cada persona es un universo. Saber extraer el alma, la mirada o el gesto en el momento decisivo es lo más complicado y fascinante a la vez.
¿Le dedicas mucho tiempo a un reportaje?
Depende del reportaje que esté haciendo. Cada reportaje necesita su tiempo. Yo soy muy exigente conmigo mismo, así que siempre dedico mucho tiempo, y más aún en editar el trabajo.
¿Qué importancia le das a la postproducción?
Muchísima. Editar bien un trabajo es importantísimo. Puedes hacer un reportaje bueno pero si no sabes editarlo correctamente tu trabajo no resaltará, no tendrá luz. Hoy en día un buen fotógrafo tiene que dominar las dos partes: saber hacer buenas fotografías y saber editar después.
Hace poco Jean-François Leroy, director de Visa Pour L'Image, se quejaba de la baja calidad del fotoperiodismo actual en parte debida a la degradación del oficio. Ante la avalancha de fotógrafos dispuestos a aparecer en la prensa, incluso sin cobrar, los reportajes, dice, han perdido mucho. ¿Has notado algo similar?
Hay muchos más fotógrafos desde la aparición del digital pero no creo que haya menos calidad, simplemente hay más competitividad. Hay y seguirá habiendo excelentes fotógrafos que dignificarán el oficio.
Algunos teóricos proclaman que la imagen está perdiendo fuerza debido a la sobreabundancia. No sólo el cine y la televisión, ahora con Internet se está dando la paradoja que ante tanto estímulo visual los usuarios van perdiendo la capacidad de identificar lo sutil ¿Crees que es cierto?
Absolutamente. La gente dispara sin parar y desecha millones y millones de fotografías que nunca llegan a ver. Una lástima. Por eso me parece tan interesante conocer la técnica analógica. Tener la limitación de disparar 35-37 fotografías aprox. en un film hace que apretemos el disparador realmente cuando vemos algo interesante, no cada 2 minutos.
Hemos visto tu reportaje Amador Rabal, enterrador. Nos parece excelente. Háblanos un poco de él.
Todo empezó cuando presenté Lento Retorno en el Seminario de Fotografía de Albarracín, en el que conseguí la Beca Gervasio Sanchez. El año siguiente fuí invitado para presentar un nuevo proyecto: el de Amador Rabal, enterrador. Lo hice a lo largo del 2009. No conocía a Amador pero sí el cementerio. Un día me propuse hacer el reportaje de su vida. Iba cada día al camposanto y hablaba con él, sin cámara primero, y poco a poco fue formando parte de nuestras conversaciones. Abríamos el cementerio a las 8 en punto, todos los días la misma interesante rutina, preparar las tumbas o los nichos, reducir cuerpos, etc. Y así cada día convivíamos en el mismo espacio y, al terminar, por los bares compartíamos algunas cervezas. También hubo noches de juerga. La edición fue difícil, no quería mostrar el lado más duro de manera vulgar. La música que puse al proyecto es el mismo Amador cavando una fosa un día de tantos…
¿Crees que la fotografía tiene una misión social o por el contrario pesan más sus valores estéticos?
Personalmente me interesa la fotografía de carácter social que provoca, que mueve, que hace estar en tensión al otro lado como espectador. La fotografía que hace cuestionarse cosas, la que no te deja indiferente. Depende de la plasticidad puede ser más o menos estética, puede tener una misión social y ser estética al mismo tiempo. La fotografía estética sin más, para poner encima del sofá de casa a juego con la mesa del comedor, no me motiva para nada, es algo vacío.
Ahora vives en Berlín. Háblanos de tus próximos proyectos fotográficos en esa ciudad.
De momento observo esta fría ciudad deliciosa. He tomado algunas fotos pero ningún proyecto sólido. Algunas notas y muchas ideas. Poco a poco.
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